EL ABORTO

El aborto es la interrupción de un embarazo antes de que transcurra toda su duración, con la muerte y eliminación del embrión o del feto existente en el útero, a través de la vagina.

La posibilidad de un aborto espontáneo, es decir, involuntario, es frecuente durante los tres primeros meses a partir de la concepción, y se debe a múltiples causas. A menudo pasa desapercibido para la mujer, que lo interpreta como un retraso en la aparición de la menstruación. En general estos abortos corresponden a embriones con malformaciones graves y que, de alguna manera, son eliminados por el propio organismo como una forma de selección natural.

Un problema mucho más serio lo constituye el aborto provocado, o sea, la interrupción voluntaria del embarazo. En otras épocas se recurría al aborto porque faltaban conocimientos y métodos anticonceptivos eficaces, y con frecuencia se efectuaba en condiciones higiénicas y sanitarias inadecuadas.

En la actualidad, en muchos países del mundo existen normas y leyes que regulan el aborto voluntario, practicado por personal médico especializado. No obstante, cualquier legislación sobre el aborto debe estar apoyada por una eficaz acción de prevención, es decir, para evitar embarazos de riesgo o no deseados.

La situación es muy diferente en cada país. Mientras que en algunos el aborto es legal en determinadas situaciones (por ejemplo, en un embarazo fruto de una violación, o si existe un riesgo de muerte segura de la madre o del feto, si la gestación continúa), en otros sigue siendo perseguido por la justicia. En estos últimos, a pesar de la prohibición, el aborto provocado se sigue realizando, aunque en malas condiciones: con precios muy altos, y en malas condiciones higiénicas, sin ningún control sanitario. El riesgo de complicaciones graves en la madre es entonces muy elevado.

Para la mujer, recurrir al aborto es una decisión difícil, pues puede producir un gran conflicto entre su deseo de ser madre y la necesidad de evitarlo. Si es muy joven, existe el riesgo de repercusiones psicológicas, ya que la decisión de abortar se toma en una fase delicada de la vida, cuando el descubrimiento del placer de vivir la propia sexualidad coincide con una maduración interior que se construye muy trabajosamente.

La decisión de abortar se vive siempre de forma conflictiva, y hay que afrontar decididamente el problema de un embarazo no deseado, poniéndose en manos del médico, de los padres o de otra persona con experiencia.

Si las chicas muy jóvenes deciden recurrir al aborto, quiere decir que los adultos no han sido capaces de responder adecuadamente a los numerosos problemas que surgen en la vida sexual de los jóvenes y, en primer lugar, no les ofrecen una información contraceptiva exhaustiva y correcta.

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