LA MASTURBACIÓN

Las primeras experiencias de placer están relacionadas con la satisfacción de necesidades vitales. Cuando el recién nacido chupa la leche del pecho materno, recibe una sensación agradable que su cuerpo transmite a través de la boca. A la comida se añade la dicha de sentirse atendido, acariciado o mimado.

Más adelante, la curiosidad lleva al niño a conocer otras partes del cuerpo. Descubre sus pies y los lleva a la boca, encuentra las orejas, la nariz y las manos, y empieza a jugar con sus genitales. El deseo de conocer los órganos genitales tiene en la primera infancia un significado muy distinto que en la pubertad, momento en el que se descubren sensaciones de placer que se trasmiten a través de la masturbación.

La masturbación es una forma de conocer la propia sexualidad y la experiencia del placer. Consiste en tocar o frotar cualquiera de los órganos sexuales (generalmente, el clítoris, en la mujer, y el pene, en el hombre) para obtener una sensación agradable, de placer. La masturbación suele realizarse coincidiendo con una excitación sexual, que puede ser diversa, desde imágenes reales a fantasías acerca de personas o situaciones sensuales. Puede acompañarse de un momento de máximo placer equivalente a un orgasmo, tanto en la mujer como en el hombre.

La masturbación ha sido clásicamente mal vista y considerada perjudicial por muchas culturas y religiones. Su prohibición se remonta probablemente a épocas en que existía el miedo a la extinción de la especie: se pensaba que si los hombres y las mujeres daban preferencia al placer individual; acabarían desinteresándose por las relaciones sexuales con los demás y dejarían de garantizar la reproducción humana.

Hoy en día la prohibición se basa en motivos morales y religiosos, así como en reocupaciones de carácter psicológico. Existe el temor de que chicos y chicas encuentren en la masturbación una alternativa que les permita evitar las dificultades de la relación con personas de distinto sexo y de su edad, y acaben perdiendo el interés por ellas y por la sexualidad adulta. Hay viejos prejuicios que carecen de toda base científica y son, por tanto, falsos: según estos, la masturbación provocaría graves taras físicas, como la ceguera y la locura, debilidad del organismo y un freno en el crecimiento del cuerpo. En cambio, se sabe que la masturbación no es en absoluto dañina físicamente.

La masturbación es una experiencia natural y, en general, positiva, que contribuye a tener una vida sexual serena. No es una expresión de la sexualidad exclusiva de la adolescencia, sino que también puede tenerse en la vida adulta, de forma individual o en intercambio con la pareja. Tampoco es obligada: algunas personas la experimentan y otras no.

Sin embargo, cuando la masturbación se convierte en un habito para la búsqueda apresurada de placer, o cuando da lugar a que la personas se preocupe exclusivamente de ella misma, puede incapacitar para escuchar a la pareja y entenderse sus deseos y temores.

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