ABUSO SEXUAL
ABUSO SEXUAL
Desgraciadamente la sociedad actual también presenta formas negativas de vivir la sexualidad. Existe el grave fenómeno de la violencia sexual, que consiste en imponer gestos, comportamientos y actos sexuales por la fuerza. Las víctimas de estos abusos sexuales son habitualmente mujeres, niños y jóvenes de ambos sexos. El abuso sexual de niños por parte de adultos, especialmente procedentes de países avanzados y contra niños de países poco desarrollados, es un problema muy grave sobre el cual existe un debate abierto a nivel mundial. Esta violencia sexual tiene múltiples formas de manifestarse, incluyendo la violación (homosexual o heterosexual) y todo tipo de prácticas sexuales (a cambio de dinero, drogas o, simplemente, comida o la propia integridad física), la pornografía, la prostitución y otras. Implicar a cualquier niño o joven en negocios basados en la explotación sexual (turismo sexual, pornografía, prostitución) es una de las formas más crueles del abuso sexual.
sexualidad, ya que la prostituta no lo es por su
propia elección.
Algunas personas presentan trastornos sexuales, como los exhibicionistas, y tienden a molestar especialmente a las chicas. No provocan un contacto físico, pero sí molestias e incomodidad.
La violencia puede producirse también en el seno de la propia familia o en el círculo de parientes o amigos, obligando a niños y jóvenes de ambos sexos a todo tipo de prestaciones sexuales.
Ante un abuso sexual, lo importante es superar la sensación de malestar y vergüenza que se experimenta, sobre todo si están implicadas personas próximas, y solicitar ayuda, sin temor. Actualmente también se consideran violentos todos aquellos actos definidos como molestias sexuales (o acoso sexual) y que tienden a manifestar la superioridad y el poder de un sexo sobre otro (habitualmente, del hombre sobre la mujer), provocándole miedo y complejo de inferioridad, o intimidándole a mantener relaciones sexuales no deseadas o a soportar humillaciones de tipo sexual.
En nuestra sociedad se ha hablado mucho de la violencia sexual contra las mujeres, porque ésta está especialmente extendida y, en algunos casos, incluso tolerada y asumida como «normal» por ellas mismas. También está extendida la creencia de que, si hay violencia, es porque la mujer ha provocado el deseo del hombre hasta hacerlo incontrolable.
No es raro encontrar muchachas y mujeres que, por su manera desenvuelta de comportarse o vestirse, son juzgadas mal por sus compañeros o conocidos varones, que se sienten con derecho a importunarlas.
En realidad, estos comportamientos «masculinos» esconden con frecuencia miedo y confusión: suelen ser ellos los que no se sienten seguros de su sexualidad o son incapaces de vivir relaciones positivas con el otro sexo.
Por un lado, la educación, los estereotipos masculinos que exaltan los aspectos de fuerza e incluso de violencia de la sexualidad y, por otro lado, la comprensión y el apoyo del grupo de amigos, son elementos que refuerzan actitudes agresivas. Por esto, es importante que los hombres de cualquier edad reflexionen sobre cómo se comportan con las mujeres y que cambien sus actitudes inadecuadas.
Combatir la violencia sexual significa hacer que prevalezca el principio de que el acuerdo y el respeto al otro tienen que estar garantizados.
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