La amistad y el amor
Cada especie animal tiene su propio ritual de galanteo, y todos los individuos de la misma especie se comportan esencialmente del mismo modo, usando los mismos reclamos sexuales, como la exhibición de un plumaje vistoso, por ejemplo, entre ciertas aves.
sentimientos amorosos varía según épocas y culturas.
En cambio, en la especie humana la situación es más compleja: las actitudes de galanteo son muy variadas, y la elección del compañero o la compañera está sujeta a un conjunto de factores que incluyen aspectos intelectuales, emotivos y sociales de la personalidad de cada uno. También los modos y el significado del galanteo varían según la cultura y la época histórica. Por ejemplo, hasta hace poco, el hombre debía «conquistar» a la mujer, la cual llamaba la atención del hombre ejerciendo su capacidad de «seducción». Ahora que los roles sexuales tienden a difuminarse, es con frecuencia la mujer quien toma la iniciativa, y el hombre empieza a su vez a experimentar el placer de seducir y atraer.
Lo primero que se aprecia al conocer a una persona es su aspecto exterior: su físico, la forma de vestir, la expresión de su cara, cómo habla y cómo se mueve. Cada uno da al otro o a la otra las primeras informaciones, y la comunicación se establece con todo el cuerpo. A partir de aquí, se establece una táctica más o menos explícita de acercamiento. Progresivamente, la simpatía y el interés, en base al conocimiento recíproco, se convierten en amistad, y además de la atracción aparecen otros sentimientos como la estima, la confianza y la comunión de intereses.
El enamoramiento se identifica con frecuencia con el «flechazo», y se suele vivir como locura o desorientación. Con frecuencia, parece imposible sentir las mismas sensaciones y la emoción se hace insostenible. A menudo, además, en la pubertad, las pasiones se orientan hacia personas que no se conocen personalmente o que son especialmente fascinantes, por ejemplo, un cantante o un profesor. Estas pasiones sólo son perjudiciales si se transforman en fijaciones o huidas de la realidad. A estas relaciones sucederán los grandes amores y los grandes desengaños, y finalmente, la pareja y sus tipos diversos, u otros proyectos de vida, como, por ejemplo, la soltería, el celibato o la homosexualidad.
No hay que tener miedo a enamorarse y a vivir los sentimientos. No hay que temer expresar las emociones, sentir placer cuando se besa, o vivir, momentos de intimidad.
Son experiencias importantes, que ayudan a construir la futura vida sexual con serenidad.
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