Vivir con los demás

Durante la pubertad, las relaciones con los padres pueden hacerse particularmente difíciles: se experimentan fuertes deseos de ser independientes y de elegir con autonomía, a la vez que se les necesita para los problemas que no se sabe resolver. También en el terreno afectivo se vive un cierto desasosiego en la familia. Las expresiones de afecto y proximidad de los padres pueden resultar incómodas, al mismo tiempo que necesarias.

En muchas comunidades humanas, sobre todo en tiempos remotos, el final de la infancia estaba marcado por ritos especiales a los que se sometía a los jóvenes de ambos sexos. Mediante estos ritos de iniciación (o de tránsito), los jóvenes accedían al mundo de los adultos y aceptaban respetar las reglas de la comunidad. En estas ceremonias especiales se les desvelaban los misterios de la sexualidad y los secretos del grupo, y ellos debían demostrar su grado de madurez. El camino hacia la madurez estaba marcado por la tradición.

En la actualidad, los jóvenes han de encontrar solos el camino hacia el mundo adulto, y para ello buscan en el seno de la familia y en el medio social normas de comportamiento que les ayuden a considerarse mayores. Necesitan tener secretos y amigos de confianza, que son importantes para experimentar la independencia respecto a la familia. A la vez, el adolescente siente la fuerte necesidad de estar solo en muchas ocasiones. Los descubrimientos sentimentales y el interés por el otro sexo se comparten con los compañeros, y se tiene una mayor relación con el cuerpo y la emotividad que en la infancia.

No obstante, actualmente en muchas sociedades existen ritos de tránsito originados a partir de los propios jóvenes: el modo de vestir, el lenguaje, el comportamiento social y la dinámica del grupo son algunos ejemplos. La sexualidad también se convierte en un instrumento para afirmarse como adulto: la relación sexual puede nacer del deseo de comunicarse con otra persona, creando una intimidad física, para sentirse adulto o para oponerse a las normas de los mayores; como a veces, por el contrario, se decide no tenerla por respeto a ideas religiosas, por no sentirse preparado o para no infringir las normas sociales.

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